Mi nombre es Kristel Butendieck

y podría decir que he tenido una vida muy poco usual…

Tuve una niñez feliz, sin embargo, al igual que tú, he tenido muchos momentos de tristeza, frustración e inclusive de sentir que yo no era para esta sociedad o que ésta sociedad no era para mí, donde un sentimiento de soledad y frustración era una constante en mi día a día, viviéndolo en silencio porque aún sintiéndome así, tenía que cumplir con las exigencias de la vida cotidiana; la de mis padres, hermanos, profesores, jefes, amigos, pareja e inclusive con las propias. ¿Te has sentido así? … Yo recuerdo haber sido consciente de este sentir alrededor de los 18 años, sentir que me acompañó cada día y en crescendo hasta pasado los 23, edad en la que dejé mi país para vivir una profunda transformación.

A los 18 años decidí estudiar la carrera de psicología por dos razones; una genuina vocación de servicio y, por un profundo deseo de descubrir en qué radicaba la felicidad, algo que de niña había sido tan natural pero de adulta tan lejano. En paralelo, desafiando mi mentalidad lógica, causal, analítica y crítica, la que hasta ese momento no había dado una solución a ese profundo vacío con el que me levantaba cada mañana, comencé a estudiar diferentes ramas alternativas de sanación y autodescubrimiento.

Actualmente resido en Santiago de Chile y acompaño en Terapia Neuro Emocional a los corazones valientes dispuestos a mejorar su calidad de vida.

Diferentes tipos de meditación y de técnicas de sanación, todo lo que en un momento de mi vida juzgué, lo comencé a probar y experimentar decidida a encontrar mi bienestar. Fue en ese proceso que conocí a una fundación internacional dedicada a la educación para la paz donde aprendí técnicas que me llevaron a experimentar una transformación rápida y profunda, el sistema de la escritora y embajadora de Paz Isha Judd. Al poco tiempo decidí renunciar a mi vida en Chile, dejar mi carrera, a pasos de concluirla, mi trabajo, mi familia, amigos y todo lo que me daba algún nivel de seguridad, para vivir una experiencia nueva y desconocida. Partí a Uruguay y más tarde a México, en donde me formé y entrené como instructora de meditación durante 10 años.

Durante todo ese tiempo viví en comunidad con un grupo humano maravilloso, tuve una excelente maestra que me mostró el camino cada vez que el lente se me nublaba. Viví en un entorno muy amoroso en donde el crecimiento y autodescubrimiento no tenía descansos ni fines de semana, sin embargo, el proceso de encontrarme con mis propios demonios, muchas veces era tan aterrador que la tentación de abandonar el proceso ¡estaba a la vuelta de la esquina!, al menos fue así durante los primeros años. Pasada esta etapa, cada día descubría mi potencial y esa experiencia de paz en mi interior comenzó a aflorar hasta convertirse en permanente, aquella que me acompañaba constantemente de niña.

Fue en medio de este proceso y estabilidad cuando otro gran remezón mueve mi piso, mi adorado hermano, reconocido acupunturista, enferma de cáncer y muere a los pocos meses de tan solo 33 años de edad. Este hecho vino a movilizar mi mundo una vez más, dejándome un profundo aprendizaje de cómo vivir y superar una pérdida tan importante, aprendí que la vida es ahora y que la propia felicidad es impostergable, tu verdadero compromiso en descubrirla es la única forma de superarte y de contribuir a tu alrededor.